viernes, 9 de diciembre de 2011

CASTILLAZUELO-EL PUEYO 11ª EDICION

cartel de la carrera

Lo más difícil de una entrada nueva es empezar, y eso incluye el título. Por suerte, esta vez estaba fácil, se pone el nombre de la carrera y adelante. Pero luego vienen las dudas sobre cómo iniciar el escrito, si interesará que sea breve, si tendré fotos adecuadas para apoyar y amenizar el texto; además en esta carrera nos reunimos un buen número de blogueros de la zona, y si todos escriben crónica hay que añadir: ¿cuál será la mejor, será la mía la más leída, estaré a la altura de los más avezados, me mostraré tan patético como siempre? Buf! ¿Quién me mandaría meterme a bloguero de pueblo?
Al final, recurriré a una táctica que me dijo mi amigo Pepe: “-Fernando, cuando no te venga la inspiración, empieza hablando del tiempo”. Gracias Pepe.
Un frío sol de diciembre iluminaba la comarca de Somontano cuando puntualmente nos dimos cita en la sede del club Atletismo Barbastro los miembros disponibles de la junta que debíamos cargar con todo el material necesario para la preparación en Castillazuelo del tradicional cross Castillazuelo-El Pueyo que llegaba este año a su onceava edición a pesar del inevitable retraso producido por las elecciones generales que han llevado a un cambio de color en el gobierno que ha de dirigir el destino de España durante los próximos cuatro años. (Pausa para respirar)
Con Juli empezando a calentar
Cargados los coches, un café y para Castillazuelo.
Con Iván, Juli y Manolo.
Una vez llegados, el despliegue logístico funciona a la perfección: unos a preparar la entrega de dorsales, otros a marcar recorridos y otros a montar el escenario y el arco de meta. Contado así parece que seamos legión, pero lo cierto es que estamos cuatro y el de la guitarra, lo que pasa es que para esta ocasión contamos con el apoyo de la Comarca, el Ayuntamiento de Castillazuelo y un montón de incansables voluntarios. Gracias a todos. De esta manera estaba todo preparado a falta de quince minutos para empezar. Un gustazo.
Comienza las carreras de los pequeños y yo me junto con Juli, al que le había recogido el dorsal, y vamos a cambiarnos para empezar el calentamiento. Aún faltaba casi una hora, pero yo soy motor diésel y necesito empezar poco a poco. Conforme pasa el tiempo los participantes adultos se van juntando en la plaza y a la hora en punto –las doce- se da la salida. Antes de que te des cuenta te encuentras frente a la subida del Castillo, y digo “frente a” y digo bien porque es un muro de no sé cuántos metros de largo por cuántos de alto que te deja las piernas infladas como botijos. Los más experimentados suben andando y luego te cogen y te adelantan y a uno se le queda cara de pez porque pensaba que ya iban “fundidos”. No me queda nada por aprender.
Como se nota que estoy bajando. Por la alegría, digo.
Me preocupo de coger un ritmo que me permita llegar hasta arriba pero que sea vivo para aprovechar el día y que no se quede en un mero paseo.
Subiendo por la parte asfaltada bajan los primeros participantes, vaya ritmo. Corono, bebo agua y para abajo, que viene lo fácil. El camino está recién arreglado y da gusto bajar, se puede correr. Esta es una apreciación común a todos los participantes, porque vamos como motos, no se adelanta a nadie. Yo me he situado al lado de Silvia Baringo y ahí estamos, un paso delante, un paso detrás. En algún instante me da tiempo de mirar hacia el Pirineo, que a pesar de la falta de nieve se ve espectacular. Llegada a meta con gran animación de público, paro el crono en 47,17”. Buen tiempo, estoy contento. A cambiarse y a por la longaniza, que es otro de los alicientes de esta carrera.
Sin palabras.
Esperando en la cola para recoger el plato de longaniza me pasa algo que tengo que atribuir a la escasez de fluido glucosado en el córtex cerebral, o falta de riego por el cansancio, como se ha dicho toda la vida; porque de repente noté como si mi espíritu se separara de mi cuerpo y flotara sobre la plaza. En esta singular visión observé la plaza llena de gente de toda edad y condición: corredores niños y adultos, acompañantes, vecinos del pueblo y de los alrededores, y todos tenían una sonrisa en la boca y charlaban animadamente en grupos más o menos grandes. -Toda una fiesta, y además del atletismo- pensé. Volví de mi abstracción cuando me tocó el turno de recoger la longaniza, exquisita con el pan tostado y un vaso de refresco, y me uní a éste o aquel grupo a charlar, qué mas da, en todos había cabida para más gente.
Poco a poco la plaza se fue vaciando y la logística del inicio volvió a con su eficacia probada para desmontar lo montado y en un plis plas donde hubo una fiesta quedó una plaza limpia. Despedida de todos y para casa en compañía de Pepe Ruiz y Gregorio. Ambos han mojado y se llevan unos olivos de premio. Esta pareja no falla.
Comentando la carrera con Néstor y Pepe ruiz.
Me quedo de esta dura carrera con el buen sabor de boca de la longaniza, por supuesto, y del ambiente familiar y festivo que se genera siempre.
Dar las gracias al sr. Ornitorrinco y familia por poner a mi disposición su cámara fotográfica para ilustrar este reportaje.
Hasta pronto amigos

7 comentarios:

  1. Para ser un blogero de pueblo te ha quedado muy bien. En carrera te veia a veces a lo lejos, pero, esta carrera es curiosa, por mucho que yo aceleraba bajando... no pillaba a nadie, todos aceleraban sincronicamente (toma palabro) conmigo. Debia ser el olor de la longaniza. Saludos.

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  2. Se te ve sobrao bajando,yo no tenía fuerzas para saludar.
    Saludos.

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  3. Muy buena cronica, enhorabuena!!!

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  4. Gracias por leerme,
    Seguramente la anécdota deportiva de la carrera fue la aceleración sincronizada de todos los corredores bajando del monasterio que impidió los adelantamientos de otros años.
    Seguramente la explicación física fuera el buen estado del camino, aunque me quedo con la explicación química del atrayente olor de la longaniza.
    Saludos

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  5. Por fin me deja escribir!, excelente crónica tocayo y perfecta mañana la que pasamos en Casti....es lo que buscamos no??...que salga todo bien y hacer equipo!, Un abrazo

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  6. Buena carrera y buena crónica, y al ver las fotos recuerdo lo buena que estaba la longaniza....

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  7. Si todos los crosses fueran como este y como El Chistavín, les sobrarían corredores. La gente agradece correr en familia para pasar los festivos de forma diferente.
    Saludos

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