domingo, 3 de junio de 2012

NO SE NOS PUEDE DEJAR SOLOS. JORNADA DE MOVILIZACION POR LA VIA VERDE.


“Los hombres pueden domesticar al león, pero los Dioses no permitirán que pierda su naturaleza de león”
Akuantamos Komopodemos. Poeta disidente troyano que se unió a las tropas de Agamenón cuando observó que del caballo no salían chucherías precisamente.

Un gran saludo amados lectores de este sencillo blog. No es casualidad que haya comenzado mi entrada con esta frase de un poeta griego porque lo sucedido el sábado refleja con total similitud el significado que el clásico nos quiere transmitir.

El sábado se celebraba la Jornada de Movilización por la Vía Verde que une nuestra ciudad con Castejón del Puente y que diversos colectivos de Barbastro quieren impulsar. Pidieron colaboración al Club Atletismo Barbastro y como somos solidarios y conocemos lo que cuesta organizar cualquier evento por simple que parezca, allí que nos encaminamos algunos miembros de La Vieja Guardia junto a Presi Torres para dar todo el apoyo necesario y más que nos hubieran pedido. Pero ¡ay! incansables lectores, cuando preguntamos, por simple curiosidad, si el camino estaba balizado o marcado para poder recorrerlo y disfrutarlo en su totalidad, los miembros de la organización, seguramente envueltos en la vorágine de un evento que aún es novel, nos contestaron que no había nada marcado y que teníamos que buscarnos la vida.

¡Buscarnos la vida! Esa frase fue el desencadenante que despertó a la bestia competitiva que subyace dentro de cada uno de nosotros. Porque La Vieja Guardia quizá no participe en tantas carreras como otros socios del Club, pero donde hubo fuego siempre queda rescoldo y eso es así y todo el mundo lo sabe.
Nos reunieron a todos para hacernos la foto de grupo que adorna los diversos artículos escritos en los distintos medios de comunicación para conmemorar el acto y dieron la salida.
Foto general del grupo. A la izquierda estamos nosotros nerviosos perdidos.
Los primeros en tomarla fueron los senderistas que se encaminaron disciplinadamente por las antiguas vías del tren hacia el polígono. Nosotros, con los nervios a flor de piel, salimos junto a los ciclistas, de los cuales nos separamos en cuanto ellos doblaron por la Feria de Muestras para hacer un pequeño recorrido urbano. Javier Subías y José María Andreu, más avezados en salidas no competitivas los siguieron tranquilamente. ¿Por qué no fuimos capaces de hacer lo mismo y ahora estaría escribiendo estas líneas sin el sinsabor que me atormenta?
Nosotros no fuimos por la vía del tren, sino por la carretera. Acostumbrados como estamos al asfalto, pronto olvidamos la razón que nos había llevado hasta allí y elegimos el camino más corto. Alcanzamos a los senderistas en el barrio de San Valentín, mientras estaban disfrutando del aprendizaje de cómo se pasa de uno en uno por debajo de un árbol caído en medio del camino y que nadie había previsto. Lo normal hubiera sido quedarse para compartir ese aprendizaje, pero no, saludamos correctamente, que la educación nunca está de más, y seguimos hacia el primer punto de encuentro como si tuviéramos premio en la llegada.
Cuando aparecimos en el polígono nadie nos esperaba tan pronto. No había nada preparado y tampoco había excesiva prisa en prepararlo porque llegábamos con más de una hora de adelanto.
Sacando pecho en el polígono por haber llegado primeros. ¡Qué pobres!
¿Pensáis que nos quedamos a esperar a todo el mundo para hacer amistad y confraternización? Efectivamente, nos avituallamos con un poco de agua que amablemente y sin ninguna obligación nos ofrecieron, y sin ser capaces ni siquiera de tomarla allí mismo para hacer aprecio, nos hicimos la foto de rigor para demostrar que estuvimos en el punto y partimos raudos y veloces hacia Castejón del Puente, segundo punto de encuentro.
A estas alturas de la crónica huelga decirte, avispado lector, que como bien supones elegimos la carretera antigua -todo asfalto- para llegar cuanto antes a nuestra particular meta. Corrimos por la vía de servicio paralelos a la actual carretera y sólo en los kilómetros finales nos internamos por caminos para llegar a Castejón por “la vía verde”
Si en el polígono no nos esperaban tan pronto, en Castejón no había nadie que supiera nada de esta jornada. Sólo en el bar de las piscinas supieron darnos los puntos de encuentro pero sorprendidos de que apareciéramos con más de dos horas de adelanto. Y es que el encuentro en Castejón estaba previsto para las 13:00 horas en adelante y nosotros hicimos acto de presencia cuando apenas eran las 11:00. Nos habíamos comido el recorrido dejándonos llevar por la prisa y el ansia competitiva en lugar de buscar la tranquilidad y el regocijo de un camino rodeado de bucólicos viñedos, almendros y campos de cereales en plena eclosión primaveral.
La foto de rigor en el parque de Palomares y sin nadie a la vista.
Solos en el parque de los Palomares, sin nada ni nadie que nos diera la bienvenida, nos tomamos otra foto para dejar nuevamente constancia de nuestra llegada y como esos alpinista que en cuanto han hollado la cumbre y se han hecho la foto de rigor han de darse media vuelta para que no les coja el mal tiempo o la noche a la intemperie, así dejamos Castejón del Puente, sin el más mínimo deseo de esperar a ciclistas y senderistas y culminar una jornada que ante todo se preveía como festiva y que nuestro egoísta comportamiento estaba trocando en triste y amarga.
Aunque la mayoría del recorrido fue asfalto también hubo "Vía Verde"
Enfilamos rápidamente por donde habíamos venido con la remota esperanza de encontrarnos de frente con el resto de participantes pero al optar por el mismo camino a la inversa, es decir, asfalto puro y duro, llegamos al polígono de nuevo sin ver un alma. Otra decepción que sumar a las ya recibidas fue que allí no supieron darnos razón de dónde podrían estar los participantes de la marcha en esos momentos.
Tomamos dirección a Barbastro y cuando pasábamos frente al camino de las Baldorrias las huellas de bicis y zapatillas internándose en él nos abrieron los ojos: No se trataba de llegar primero sino de saber llegar, como dice el famoso corrido mejicano.
Ya era tarde para subsanar el error así que sin ganas de correr decidimos seguir andando mientras oíamos a la sirena dar las doce del mediodía.
Nos refrescamos en la fuente del Centro de Congresos y nos fuimos cada uno a su casa meditando sobre el poco ejemplo que como deportistas dimos dejándonos llevar por un sentido insano de la competición.
Refrescándonos a la llegada y con la decepción en las miradas.
Hasta pronto amigos y espero que la próxima entrada refleje un comportamiento más edificante por nuestra parte.

P.D: Si en el parque de Palomares estábamos solos...¿De quién es el dedo que aparece en el ángulo superior izquierdo de la foto?



6 comentarios:

  1. Que buena entrada tocayo y que correcto!..no te miento si me ha entrado "mal cuerpo" cuando la he visto escrita...jejeje. Todo lo demás queda para nuestras "charradas" dominicales, ok?, Un abrazo!

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    1. Nos perdieron las ganas de llegar enseguida. La próxima vez lo haremos mejor.

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  2. El único hombre que no se equivoca es el que nunca hace nada. Y Lo peor no es cometer un error, sino tratar de justificarlo, en vez de aprovecharlo como aviso de nuestra ignorancia. Para nada tu caso. Gran entrada. Un fuerte abrazo.

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    1. Hola Javi,
      Gracias por el apoyo y la comprensión.
      Un abrazo.

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  3. Yo creo que lo importante era ir y fuisteis. Supongo...

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    1. Tienes razón Paco, hay que quedarse con lo positivo.
      Un saludo

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