No me gusta correr bajo la lluvia. Lo siento. Es cierto que en carrera prefiero una lluvia fina antes que un viento de frente, pero entrenando no. Entrenando el viento es molesto y no te permite llevar ritmos adecuados, pero la lluvia te puede provocar un constipado y dar al traste con semanas de preparación. Al menos a mí. Además está la Ley de Murphy que dice que si está punto de llover y decides salir, el chaparrón que se cierne sobre ti es inversamente proporcional a las ganas que tenías de que lloviera. Por otro lado esta misma ley constata que si decides no salir, el sol se adueña del cielo con gran brevedad. Ayer mismo comprobé la segunda parte de esta ley. Había quedado con unos compañeros, pero una pertinaz lluvia venía cayendo desde por la mañana, así que me quedé en casa. No bien había terminado de merendar copiosamente cuando el sol inundó con su luz mi cocina. Como no se correr con el estómago lleno puse cara de acelga y me resigné a perder un entreno acompañado.
Con dos días de descanso hoy me he levantado con nuevos bríos y he decidido correr la tirada larga de esta semana: 25 km progresivos.
Vivir en un pueblo grande, o una ciudad pequeña, tiene la ventaja de que tomes el camino o carretera que tomes, enseguida estás en el campo, disfrutando de la variedad de paisajes que las distintas estaciones del año nos ofrecen. Ahora en Otoño se puede recrear la vista en campos de cultivo yermos o labrados, árboles sin hojas y...¡bellotas, que este año estoy viendo por doquier! Además estas carreteras y caminos están salpicados de granjas y casas de campo desde las que salen a saludarnos cual seguidores del tour de Francia perros de diversas razas; aunque la mayoría pertenecen a las de guarda y defensa de la propiedad privada; que nos animan alegremente al estilo de la Pantoja -dientes, dientes- Cabe decir que estas muestras espontáneas de entusiasmo canino azuzan vivamente nuestro ritmo de entreno, lo que contribuye a mejorar resultados y a la consecución de nuestros objetivos una vez en carrera. Vaya pues mi humilde agradecimiento.
Por lo demás, los 25 km no se han hecho demasiado largos, a pesar de hacerlos solo, y he cumplido con los ritmos marcados. Un buen entreno.
viernes, 28 de octubre de 2011
miércoles, 26 de octubre de 2011
2º ENTRADA ¿SOY UN ATLETA?
Hablando con gente que no me conoce, cuando les digo que corro maratones y medias maratones, noto en la expresión de sus ojos cómo me hacen una fotografía de mi vida. Y me da la sensación de que ven a un niño que en la escuela se apunta a correr crosses; que luego en el instituto participa en campeonatos de la comunidad autónoma; que incluso forma parte del equipo que participa en algún trofeo nacional juvenil; que luego por motivos familiares o de trabajo tiene que dejarlo y pasarse al atletismo popular donde ahora, en la madurez de su vida, está encontrando nuevas metas y satisfacciones.
Pues de eso nada. Vamos, que nada de nada.
Empecé a tontear con el deporte a los 19 años. Hasta entonces yo huía de toda práctica deportiva salvo la obligatoria por motivos educacionales. De hecho, mis redondeadas formas y un ligero sobrepeso no dejaban lugar a dudas.
He practicado deportes tan variopintos como la esgrima o la escalada en roca, pasando por otros tan pijos como el tenis o el esquí. En ninguno he destacado como para plantearme algo que no fuera disfrute y diversión.
Llegué al atletismo por casualidad. Una lesión me bajó de la bicicleta y el miedo a recaer y no encontrar algo que me llenara hizo que el sedentarismo se adueñara de mi tiempo, y de mi cintura. Cuando sobrepasé los 80 kg de peso me dije a mi mismo que tenía que hacer algo. Los que me rodeaban ya llevaban tiempo diciéndomelo. Aproveché un hueco que tenía 2 días por semana para empezar a rodar por las pistas de atletismo del pueblo. Primero fue media horita, luego tres cuartos. Más tarde salí de las pistas -entre otras cosas porque las demolieron y construyeron un campo de fútbol de césped artificial- y empecé a rodar por distancia. Primero 5 km, luego 10, luego 15. Con un compañero de trabajo nos propusimos participar en alguna prueba popular. Empezamos con La Chistavín, cuando se celebraba en Junio. Empezar con esta prueba en el circuito popular es como hacer un cursillo de escalada en roca en un rocódromo y luego ir a escalar el Naranco. Más o menos. A mi me sirvió para ir conociendo a algunos miembros del club de atletismo de mi pueblo, que cuando les decíamos que era nuestra primera carrera sólo acertaban a exclamar: ¡Jo, menudo estreno!
En cuanto terminamos supimos a qué se referían. Mando desde aquí un saludo a David, organizador y amigo. Un año de estos repito.
Conocer a gente del club a los que saludar por la calle y con los que coincidía en ocasiones entrenando hizo que poco a poco me fuera integrando y hacerme miembro del club era cosa cantada. ¿Pero eso me convierte en atleta? ¿Participar en las pruebas que organiza el club o en otras hace que pasemos de corredores a atletas? No tengo una respuesta clara.
Veo a diario a personas de toda edad y condición corriendo por parques, calles y alrededores
y me pregunto si se sienten atletas o corredores.
Me gustaría invitar a todas esas personas que corren y se sienten más corredores que atletas a que conozcan nuestro club y descubran las ventajas de formar parte de una entidad que les puede asesorar a nivel deportivo, de material, de carreras y donde pueden encontrar a gente de su nivel con las que practicar un deporte que se hace mejor acompañado que solo.
Mi club es el Club de Atletismo Barbastro. cabarbastro@hotmail.com.
Sólo soy un corredor del montón. Del montón que se acerca, quiero decir.
Pues de eso nada. Vamos, que nada de nada.
Empecé a tontear con el deporte a los 19 años. Hasta entonces yo huía de toda práctica deportiva salvo la obligatoria por motivos educacionales. De hecho, mis redondeadas formas y un ligero sobrepeso no dejaban lugar a dudas.
He practicado deportes tan variopintos como la esgrima o la escalada en roca, pasando por otros tan pijos como el tenis o el esquí. En ninguno he destacado como para plantearme algo que no fuera disfrute y diversión.
Llegué al atletismo por casualidad. Una lesión me bajó de la bicicleta y el miedo a recaer y no encontrar algo que me llenara hizo que el sedentarismo se adueñara de mi tiempo, y de mi cintura. Cuando sobrepasé los 80 kg de peso me dije a mi mismo que tenía que hacer algo. Los que me rodeaban ya llevaban tiempo diciéndomelo. Aproveché un hueco que tenía 2 días por semana para empezar a rodar por las pistas de atletismo del pueblo. Primero fue media horita, luego tres cuartos. Más tarde salí de las pistas -entre otras cosas porque las demolieron y construyeron un campo de fútbol de césped artificial- y empecé a rodar por distancia. Primero 5 km, luego 10, luego 15. Con un compañero de trabajo nos propusimos participar en alguna prueba popular. Empezamos con La Chistavín, cuando se celebraba en Junio. Empezar con esta prueba en el circuito popular es como hacer un cursillo de escalada en roca en un rocódromo y luego ir a escalar el Naranco. Más o menos. A mi me sirvió para ir conociendo a algunos miembros del club de atletismo de mi pueblo, que cuando les decíamos que era nuestra primera carrera sólo acertaban a exclamar: ¡Jo, menudo estreno!
En cuanto terminamos supimos a qué se referían. Mando desde aquí un saludo a David, organizador y amigo. Un año de estos repito.
Conocer a gente del club a los que saludar por la calle y con los que coincidía en ocasiones entrenando hizo que poco a poco me fuera integrando y hacerme miembro del club era cosa cantada. ¿Pero eso me convierte en atleta? ¿Participar en las pruebas que organiza el club o en otras hace que pasemos de corredores a atletas? No tengo una respuesta clara.
Veo a diario a personas de toda edad y condición corriendo por parques, calles y alrededores
y me pregunto si se sienten atletas o corredores.
Me gustaría invitar a todas esas personas que corren y se sienten más corredores que atletas a que conozcan nuestro club y descubran las ventajas de formar parte de una entidad que les puede asesorar a nivel deportivo, de material, de carreras y donde pueden encontrar a gente de su nivel con las que practicar un deporte que se hace mejor acompañado que solo.
Mi club es el Club de Atletismo Barbastro. cabarbastro@hotmail.com.
Sólo soy un corredor del montón. Del montón que se acerca, quiero decir.
martes, 25 de octubre de 2011
PRIMERA ENTRADA, MARTES 25/10/2011
No sé cómo empezar este blog. No sé cuánto tiempo seré capaz de mantenerlo. Solo sé por qué no he empezado antes: tenía miedo al papel en blanco. Hoy en un curso de formación sobre gestión del tiempo una compañera me ha dicho que si tengo ganas de hacerlo, debo hacerlo. Así que me he armado de valor y aquí estoy, metido de lleno en un blog que pretendo que sirva para contar mis experiencias acerca de mi mayor afición: correr. Pero correr como aficionado popular, de los que corren por placer y cuya única meta es disfrutar y si acaso mejorar marcas propias. Ahora mismo estoy enfrascado en la preparación de una maratón de otoño. Todavía no sé en cual voy a participar, me gustaría que fuera en Salou, que tan buenos recuerdos me trae del año pasado.
El de la flecha soy yo. Espero que a lo largo del tiempo consiga fotos mejores.
El de la flecha soy yo. Espero que a lo largo del tiempo consiga fotos mejores.
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