No sé si he acertado con el título de esta entrada. Por un lado es importante que los títulos sean impactantes para llamar a la lectura del resto del escrito; pero por otro lado quizá lleve a confusión, porque mezclar “corrida” y “Salou” en la misma frase no sé yo si se relacionará a las primeras de cambio por el ávido lector con la participación en una maratón, que es de lo que va tratar este asunto. De todos modos, si has llegado hasta aquí, ya puedes seguir leyendo hasta el final, porque no queda mucho más...
LOS PREAMBULOS
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Una habitación muy bonita, con un espejo muy grande, |
A diferencia del año pasado; en que mi ignorancia de la situación me hizo ser inconscientemente atrevido y salir hacia Salou por la tarde, llegando a la recogida del dorsal a una hora cercana al ocaso y al hotel con noche cerrada tras más de una hora dando vueltas con el coche sin encontrarlo, lo que acrecentaba mi mal humor por la preocupación de perder el servicio de la cena que había contratado y pagado junto con la reserva; este año he sido prudentemente previsor y he llegado al hotel a mediodía, con toda la luz que el otoño mediterráneo podía ofrecerme.
Después de tomar un refrigerio que llevaba preparado desde casa y para evitar que el sopor se me apoderara y que una siesta incontrolada pudiera dar al traste con el buen control horario que traía, decidí salir chino chano a buscar el dorsal dando un saludable paseíto por Salou.
Como ya me lo conocía del año pasado, me encaminé directamente al mismo lugar donde lo había recogido. Había algunos carteles indicando el lugar de entrega, pero ¡como ya me lo conocía del año pasado! no hice caso, iba mirando hacia mi derecha buscándolo y como quién no quiere la cosa me planté en la oficina de atención al cliente de Portaventura, donde dicho sea de paso, no tenían ni la más remota idea de que se corriera una maratón en Salou ni mucho menos que Portaventura fuera su principal patrocinador. Después de indagaciones varias con sus compañeros me explicaron el camino que debía tomar para llegar hasta el hotel donde daban los dorsales. El saludable paseíto acabó convirtiéndose en una soberana caminata.
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En azul el camino normal. En rojo la caminata extra. |
Recogí mi dorsal y el de Jesús Cientounero y volví a mi hotel para descansar y hacer hora antes de la cena. ¡Hombre, la selección española contra Inglaterra en la tele! me relajaré viéndolos jugar y golear al equipo de Capelo. Al acabar el partido estaba muy tenso por el resultado desfavorable y ya me temía una noche de insomnio por culpa del fútbol y los nervios previos a la carrera. Menos mal que en la recepción me dieron la buena noticia de que podía bajar a desayunar a las siete de la mañana para estar ágil a la hora de la salida, y la mala noticia de que debía abandonar la habitación antes de las diez de la mañana, con lo que me aseguraba de que debía estar ágil para no dejarme nada olvidado. A pesar del copioso buffet libre que el hotel ofrecía a sus huéspedes, me contuve y retuve ese instinto primario que me surge de dentro cuando hay comida gratis a tutiplén y sólo cené un poco de ensalada, espaguetis, pescado y crepes con chocolate. De vuelta a la habitación, los nervios hicieron aparición –no pegaré ojo, me repetía- me puse de nuevo la tele y busqué algo interesante que propiciara el reláx y que el abrazo de Morfeo me envolviera: Tele 5 y la Noria. El hijo de Albano y Romina Power contaba las miserias que rodeaban a su familia. A mi me produjo el sueño en menos de quince minutos. De cualquier manera, no fue un descanso tranquilo, tuve calor, la cama estaba dura, di muchas vueltas, tuve frío, la almohada estorbaba, di más vueltas ¿dónde está la dichosa almohada? En fin, lo normal la noche antes de una maratón.
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Mi dorsal es un número binario, en decimal sería el 13. |
ANTES DE LA CARRERA
A las siete menos cinco diana. Me levanto, me visto y a desayunar. De nuevo ese buffet tentador me ofrece todo tipo de viandas de lo más apetitosas y sugerentes, pero voy a correr una maratón así que rechazo huevos fritos, judías, salchichas, pancetas y demás embutidos fríos y calientes, bollería refinada multicolor y multisabor, salvo excepción de una magdalena integral, y desayuno lo que todos los días: café con leche con cereales y dos tostadas de pan con margarina y mermelada. No puedo evitar pensar que de qué me sirve hacer tantos km para comer lo mismo que en casa –concentración, concentración- Termino y huyo de ese lugar de tentación antes de dejarme llevar por deseos ocultos de gula sinfín. En la habitación me cambio, recojo y cuando estoy en el baño sentado en la taza aligerando peso para la carrera suena el teléfono. No me sorprende, sabía que sonaría en ese momento, lo dejara para antes o para después. Es Cientounero Jesús, que ya ha llegado. Vistazo general, todo en orden y para abajo. Le entrego su bolsa, se cambia, montamos en su coche y para la línea de salida. La edad también se nota en cómo se toma uno una acción tan simple como conducir. Para mí es un trámite necesario para desplazarme entre dos puntos que no puedo realizar andando. Jesús, más joven, se lo toma como un reto deportivo, y tras varias curvas raaas!, me confundo indicándole y casi acabamos en Tarragona, pero con otra sesión de curvas raaas! en sentido opuesto llegamos al parking antes que si llevo yo el coche y no me confundo de camino. Últimos retoques, todo listo, vamos para la línea de salida.
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Los tres participantes barbastrenses. |
Allí enseguida nos encontramos con Miky Ultrafondista, que se estrena en la maratón. Él con su familia se hospeda en el hotel de la organización y lleva desde el viernes disfrutando de Portaventura, con entradas gratis al parque hasta el mismo día de la prueba. Nos hacemos la foto de rigor, que tenemos que repetir en varias ocasiones porque los fotógrafos seleccionados aportaban su toque artístico pero dejaban en segundo plano el que se nos viera bien a los tres, o que se nos reconociera al menos.
Miky dice que se va hacia la parte de atrás del pelotón porque la salida es inminente. Al momento aparece por allí Chema Martínez, que no saldrá desde las primeras posiciones sino entre los participantes y se pone al lado nuestro. Blanco y en botella, a una joven que tiene una cámara en la mano le pedimos si puede hacernos una foto a Jesús y a mí con él. Chema se muestra encantado, después de la foto habla con nosotros y con todo el mundo como si nos conociera de siempre, es un profesional como la copa de un pino. Me acerco a la chica para darle la dirección web del club y ¡es de Binéfar! Vaya suerte, espero que llegue pronto la foto. Entonces anuncian que la salida se va a retrasar por culpa de unos autobuses que tiene que retirar la policía y vuelve Miky, así que aprovechamos y nos hacemos la foto oficial los tres con Chema Martínez, que no anda muy lejos.
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Foto oficial de la Maratón Costa Dorada 2011. |
Por fin, casi a las 9:30 se da la salida.
LA CARRERA
Como pasa siempre, la salida es caótica, encima estamos mezclados los del 10 k y los de la maratón. Con Jesús nos lo tomamos con calma. Delante de nosotros Chema Martínez va charlando tranquilamente con todo el que se le acerca. Va a nuestro ritmo pero se nota que poco a poco lo va subiendo, cualquiera lo coge de liebre sabiendo lo que queda por delante. Nosotros ponemos ritmo de 3:30 y para adelante. En el km 6 nos vamos acercando a un grupo numeroso guiado por un cachas que lleva el dorsal de 3:30, olé, olé y olé, hemos llegado a casita, ahora a esperar a que pasen los km –sólo quedan 38-
Nos situamos en el grupo y pronto el sonido campanero de mi Garmin toma un inesperado protagonismo. Todos los que llevan algún tipo de GPS, u otro sistema de control de paso de km lo calibran con el mío y vemos que coincidimos entre nosotros, que no con las señales kilométricas dispuestas por la organización. El práctico que nos lleva da conversación a todo el que quiere, nos aconseja con maestría y nos recomienda prudencia. Y es que alguno le pregunta cerca de cuándo es mejor para salir del grupo a hacer marca, si la media maratón o el km 30. Y él les responde que salgan cuando las fuerzas las lleven sobradas y que progresen muy poco a poco, que todo esfuerzo baldío termina pasando factura. ¡Qué sabias palabras y cómo se cumpliría a posteriori!
Hace calor, el sol calienta y es necesario beber agua en todos los puestos para no deshidratarse. Este año el público anima más y hay más gente por los lados del recorrido, sin embargo los puestos de avituallamiento han sufrido la crisis, los botellines de Gatorade se han convertido en vasos de Acuarius y a los frutos secos ni los vi. Damos la vuelta en Cambrills y nos llevamos la segunda sorpresa de la carrera: la brisa a favor ahora es viento de cara, lo que faltaba. La primera sorpresa es el cambio de recorrido, que no estaba especificado en la página web, donde seguía apareciendo el anterior. Este nuevo circuito discurre al principio por calles secundarias de Salou, con muchas revueltas, nos cambia varias veces de firme –asfalto, hormigón, baldosa- y consigue que las piernas sufran más. Con el viento de cara nos replegamos detrás del práctico para minimizar su impacto y de vuelta a Salou. En la media maratón nos ofrece un gel uno de los patrocinadores; yo llevo dos en el antebrazo con un manguito tal y como me aconsejó mi entrenador, pero por si acaso lo cojo. El práctico y los que llevamos GPS nos damos cuenta de que por error de la organización la señal del km 22 corresponde en realidad al km 23. Una cierta preocupación nos asalta por si tenemos que hacer un km de más, pero la organización debía tenerlo previsto porque pasamos de la señal del km 23 a la del km 25 y si antes íbamos con un km de más, ahora vamos con 500 m de menos, sí señor. En medio de este batiburrillo kilométrico veo que Jesús se ha tomado el gel que nos han dado y observo cómo sus piernas ponen una marcha más y se aleja poco a poco del grupo. En ese momento tengo fuerzas, ganas y motivación para seguirle, pero visualizo el regreso desde Cambrills con el viento de cara y sin nadie que nos proteja y me achanto y le deseo la mejor de las suertes. Ahora ya sé que no voy a dejar al grupo en todo el recorrido. Pasábamos por el km 28 cuando uno de los integrantes del grupo se acerca al práctico, le da las gracias por su trabajo y le dice que se va hacia adelante. El práctico le recomienda que progrese poco a poco y el hombre va cogiendo distancia, 10 m, 20 m, 30, 40, 50, 75, 100 m todo lo más. Ahí va él solo a 100 m del grupo. En el km 32 damos la vuelta y el viento, aún más fuerte, de cara otra vez, implacable. Las fuerzas van haciendo mella en todos los componentes del grupo. Yo me he estado tomando el primer gel a sorbos, y gracias a eso voy aguantando. El práctico para evitar que perdamos ritmo recoge en los avituallamientos 6 ó 7 botellines de agua y los reparte entre nosotros. Un animador espontáneo de aspecto atlético que conoce al práctico y lo ha saludado siempre que hemos pasado cerca se coloca a nuestro lado, nos ofrece Gatorade y suelta lo siguiente:”Qué lujo tíos, correr con Robert Mayoral de práctico”
Esta frase tan enigmática me caló hondo -¿Lo habrá dicho porque el práctico es pariente de los Mayoral de Barbastro, ha visto mi camiseta y quiere que les lleve algún recado a sus familiares o preguntarme acerca de cómo se encuentran?- En ese momento me di cuenta de que no me llegaba glucosa al cerebro y me fui tomando el segundo gel. Esperaba no tener que empezarlo, pero veo que si no lo tomo no llego. Cazamos al valiente que arrancó en el km 28 y a alguno que otro más y no pueden ni seguirnos. Entramos en Salou, km 38, y diviso a lo lejos una imagen que me preocupa, Jesús va andando por el margen y hablando por teléfono. Me preparo alguna frase de ánimo, alguna pregunta acerca de su estado pero cuando llego a su lado sólo me sale: “¡Jesús!”
-como si hubiera estornudado alguien- Él, más entero que yo en ese momento, le quita importancia a su parada y me dice que ya me contará.
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Km 39. Soy ese del fondo que recoge agua desesperadamente. |
Km 39, pisamos las duras baldosas del paseo marítimo y, a pesar del segundo gel, mis piernas no pueden seguir al grupo. Es lo que tiene correr sin margen de error, si fallas te hundes. Robert me anima a un esfuerzo extra para no perder la protección del “grupo” – tres corredores y él- pero veo que no puedo y sólo pienso en el último avituallamiento, la última bala que guardo en la recámara, el secreto mejor guardado de mi estrategia. La cosa es que llego al avituallamiento y me paro. Me tomo dos vaso de Acuarius tranquilamente como fuese un vermú, me como media naranja como quien come mejillones y me bebo un trago de agua. Salgo de ese avituallamiento con las fuerzas renovadas y con la motivación que da saber que quedan poco más de 2 km. Voy recogiendo a los miembros del grupo que también se han descolgado y a falta de 1 km veo parado a Robert, solo y como esperando. Le pregunto y efectivamente está esperando a alguien que vaya peor que yo para acompañarlo hasta meta. Me anima y me dice que voy muy bien y que no pare. Y es verdad, como es bajada hasta meta voy como un tiro, amplío la zancada, levanto la cadera y procuro hacer una entrada digna, que parezca que podría correr otra maratón ahora mismo, qué cosas.
LA META
Me colocan la medalla de la prueba que demuestra que has acabado y veo de spiker a Albert Caballero. Me saco el chip y me acerco a él señalando el escudo de nuestro club. Gracias Presi Torres por tu saber quedar bien con todo el que viene de invitado a nuestras pruebas, porque en cuanto lo vio no dudó un momento en entrevistarme, ¡a mí! Yo muy circunspecto le di las gracias a la organización por lo bien que había estado todo y señalé que el cambio de circuito quizá no favorecía a los corredores populares. Le invité a volver a Barbastro cuando quisiera y me fui a recoger algo que llevarme a la boca.
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Con Robert Mayoral, el práctico de 3:30 |
Me fotografié con Robert Mayoral y le di las gracias por lo bien que nos había llevado y también lo invité a participar en nuestras carreras, la media y la ultra, porque según me dijo y he podido comprobar después, él es un triatleta multidisciplinar que lleva ¡4 maratones en cuatro semanas consecutivas! como un mini reto personal. Me despido de él, espero a Jesús que me cuenta que le sentaron mal los geles y tuvo arcadas, lo que le obligó a parar y nos vamos al coche. Unas curvas raaas! y me deja en mi coche, nos despedimos y nos deseamos suerte para próximas carreras- él en San Sebastián el 27 de Noviembre la maratón y yo en Castillazuelo el 8 de Diciembre el cross.
EL REGRESO
Me cambio de ropa, mando mensajes a todos los que me han ayudado durante la temporada y me voy al restaurante que fui el año pasado a reponer fuerzas, que las necesito para volver a casita.
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El restaurante donde repongo fuerzas. |
Me monto en el coche, todo en orden, para Barbastro.
Paso por Reus y no sé cómo lo hago que me pierdo y casi aparezco en Alcañiz, provincia de Teruel. Para encontrar de nuevo la carretera correcta tengo que dar tantas vueltas por el centro de Reus que acabo tuteándome con algunos vecinos. Por fin consigo situarme en la vía correcta y no despego los ojos del parabrisas hasta que no entro en el garaje de casa. Tengo las piernas que bajo del coche y sigo con la postura de sentado, no llevan aceite para estirarse. A dos días de la carrera, cuando escribo esta crónica aún no las siento como mías, me duelen como si fueran prestadas.
Y esta ha sido mi visión de la Maratón Costa Dorada. Si queréis otra visión, más certera y objetiva, podéis leer la que ha escrito Robert Mayoral en su blog: ironrobert.blogspot.com
Aquí veréis por qué fue un lujo llevarlo de práctico, y es que el amigo Robert es todo un campeón de triatlón que ha llegado a defender los colores de la Selección Española.
Desde este humilde blog le deseo toda la suerte del mundo en sus retos deportivos.
Ya no hay más, me he quedado seco.