Que soy un novato en esto del blog es algo que salta a la vista. No sólo por el exiguo número de entradas, sino también por mi pobre sintaxis, mis divagaciones superfluas, el vacuo contenido de mis aseveraciones y sobre todo, por no saber reprimirme a la hora de dar a conocer aspectos íntimos de mi personalidad. ¿En qué mal momento se me ocurrió escribir que no me gustaba entrenar con lluvia? Aún no había terminado de releer la anterior entrada, una vez subida a la red, cuando los más prestigiosos meteorólogos del país anunciaron para esta semana que nos ocupa un temporal de lluvia generalizado. Menos mal que las semanas fuertes de carga de kilómetros ya han pasado y que mi entrenador; al que desde el primer momento le advertí de que poco lustre le iba a aportar a su historial deportivo; me deja total libertad para que acomode las sesiones de entrenamiento a los día que mejor me vengan. De esta manera, el día 1 de noviembre hice una salida larga de 22 km en la que, aunque no sentí la lluvia sobre mi rostro, sí estuve más de la mitad del camino pisando charcos tal y como se ilustraba en la anterior entrada de este blog. Para seguir cumpliendo el programa de entrenamiento de una forma coherente era importante que hoy saliera por lo menos 10 km. He aprovechado un claro en el cielo que me ha hecho albergar esperanzas y me he lanzado al asfalto con la esperanza de acabar antes de que el húmedo elemento volviera a aparecer. Como era de esperar y casi sabiéndolo de antemano, cuando me encontraba más lejos y desprotegido del calor de mi hogar, una lluvia -primero fina y luego intensa- ha cobrado protagonismo en mi entreno de hoy. Me ha calado hasta los huesos, dejando como único beneficiado a mi catarro, al que creía vencido ya que los estertores matinales habían remitido y las mucosas tenían un tono transparente de lo más prometedor de cara a la prueba que me espera en breve. Nada más salir de la reconfortante ducha caliente con la que he tratado de paliar los efectos negativos de la mojadura matinal, toda una suerte de toses y exabruptos de volumen operístico sumados a unas mucosas que han recuperado la densidad opaca y un color entre verde y marrón, han aflorado a mi boca y garganta recordándome que voy a tener que seguir con el tratamiento unos días más.
Qué feliz soy entrenando bajo la lluvia.
Cuidate tocayo....por cierto cual es la siguiente???....Zaragoza, Costa Dorada, San Sebastián, Valencia.......ya contarás!
ResponderEliminarYo por suerte he salido despues del chaparron, pertrechado para lo peor, pero ha despejado y he corrido 17 kms como un general. Entrenar lloviendo es especial y placentero, te hace unico, fuerte, diferente, loco incluso, pero yo creo que despues de llover aun puede ser mejor, estaba todo espectacular, salvo que habia un poco de barro, pero creo que a los ornitorrincos nos gusta el barrete. Saludos.
ResponderEliminarHOLA BLOGUEROS,
ResponderEliminarESTOY INSCRITO EN LA MARATON COSTA DORADA, EL 13 DE NOVIEMBRE Y ESPERO LLEGAR RECUPERADO CASI DEL TODO.
EL SR ORNITORRINCO TIENE RAZON EN LO QUE SE SIENTE AL ENTRENAR LLOVIENDO, TE HACE UNICO PORQUE ESTAS SOLO, FUERTE PORQUE LO QUE NO TE MATA TE HACE MAS FUERTE, DIFERENTE PORQUE TODOS TE MIRAN COMO A UN BICHO RARO, Y LOCO, BUENO LOCOS TODOS LO ESTAMOS EN MAYOR O MENOR MEDIDA. TAMBIEN TIENE RAZON CUANDO DICE QUE DESPUES DE LLOVER AUN ES MEJOR, LO SUSCRIBO DE CORAZÓN.
EL SR ORNITORRINCO ES UN POZO DE SABIDURIA.
SALUDOS Y ABRAZOS COMPAÑEROS.
Este año no podre acompañarte en el MCD , tengo cita con los 42 el dia 27 en Valencia.
ResponderEliminarCorriendo mas de 2000 km por carreteras y caminos quien no destila locura?
Salu2!
HOLA SATELITE,
ResponderEliminarTE ECHARE DE MENOS EN LA FOTO. LA DEL AÑO PASADO ME ACOMPAÑA CADA DIA CUANDO ENCIENDO EL ORDENADOR.
SALUDOS Y SUERTE POR VALENCIA.