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Cartel de la Maratón de Zaragoza |
Acuden las lágrimas a mis ojos, queridos lectores, al ver la
respuesta que habéis tenido con mi anterior entrada al blog. A pesar de estar
dos meses sin acercarme a vuestro confortable regazo digital, no he recibido
ninguna muestra de rencor ni despecho debido a mi ausencia. Como siempre,
vuestra madurez abunda en la medida que la mía escasea.
Y tras esta breve pero obligada introducción, daré paso a la
entrada semanal que constantemente os prometo y siempre que puedo eludo:
Como dejé anunciado a modo anuncio –valga la redundancia- la
semana pasada, voy a contaros mi participación en VI Maratón de Zaragoza. Ya
sabéis que desde que participé en Valencia allá por 2009 suelo correr una
maratón al año, que no es bueno abusar ni de los placeres ni de los pesares.
También es conocido por todos mis conocidos que desde aquella primera maratón
que fue en Febrero, dije que nunca más prepararía una en invierno, y así he
cumplido. Las restantes cuatro maratones que han contado con mi presencia se han
celebrado en Otoño, con lo que la preparación siempre ha sido en verano, como a
mi me gusta. Este año, sin embargo, andaba yo preocupado porque las maratones
de Otoño se corren habitualmente en Noviembre, y temía que se resintiera la
preparación debido a unas felices circunstancias familiares que han de
acontecer, Dios mediante, en Octubre. Pero sin comerlo ni beberlo, la
organización de la Maratón de Zaragoza decide adelantar la fecha de celebración
y hacerla coincidir con la Media de Barbastro, con el consiguiente revuelo
producido y que huelga insistir en el mismo ya que se resolvió de manera
satisfactoria para todos. Así que de pensar en no correr maratón este año, me
encuentro con una cerquita de casa el 30 de Septiembre, una semana después de
la media de aquí, que encima me podía servir de último entrenamiento de calidad.
Pues miel sobre hojuelas, a prepararla se ha dicho. Sondeando a los compis que
participan en maratones me doy cuenta que fecha tan cercana al verano no
convence a nadie; pero en estas, Michel Bielsa me dice que él si va a
participar y que Josemari Lacoma le ha preparado un entrenamiento con el
objetivo de terminarla pues es su primera maratón y no quiere arriesgar. Yo
esta temporada me la he tomado de “correr sin sudar” y la idea de preparar una
maratón sólo para acabarla me parece de lo más atractiva. Nos ponemos de
acuerdo para correr los domingos y hacer juntos la salida larga semanal y de
esta manera comentar cómo van los entrenamientos. A veces nos acompañan otros
compañeros como Juli, Pedro Cabrero, Miguel Jordán y alguno más que me olvido y
pido que me perdone. Ni que decir tiene que el verano se me ha pasado volando y
que al poder disponer de las mañanas para entrenar no he sufrido los rigores
del estío, principal excusa que han puesto los que no han ido a esta maratón.
La preparación transcurrió en su justa medida y me planté en
la salida de la Media de Barbastro con la seguridad de que podía terminar la
maratón en menos de 3,45. Cuando al acabar la carrera en 1,45 vi que me quedaban
ganas de seguir corriendo me quedé muy tranquilo y satisfecho del trabajo
realizado a lo largo del verano.
¡Ignorante de mí!
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El dorsal personalizado. |
La semana fue normalita, con dos entrenamientos suaves, el
último con Michel para terminar de ajustar los preparativos previos al día de
la maratón, pero el jueves el tiempo cambió y el viernes llovió, y en algún
momento de esos días me acatarré, porque el sábado me desperté con una
congestión de anuncio, de esas que te ponen la cara abotargada, de las que
parece que el entrecejo te va a estallar y tu nariz se asemeja a un torrente
brioso de montaña. ¿En estas condiciones se puede correr una maratón? Si
hubiese sido alguna carrera de las que organizamos en el Club no hubiera
participado, pero después de estar todo el verano entrenando, después de hablar
con Michel tanto sobre la maratón y de decirle que la correríamos juntos, la
verdad es que me sabía muy mal no participar. Así que pasé todo el sábado
confiando en los buenos resultados del paracetamol y prometiéndome a mí mismo
que estaría en la línea de salida, quizá en la de llegada no, pero en la salida
seguro que sí.
El domingo por la mañana me encontraba mejor pero no curado.
Cogí la bolsa y acudí al punto de encuentro con Michel, con su hermano que
además de llevarnos iba a correr la 10k, y con Gregorio Puy que iba de
espectador, con lo que tendríamos Radio Atletismo en la ida y en la vuelta.
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La parte de atrás del dorsal, con el chip incorporado. |
Con la hora bajo control llegamos a Zaragoza en un
desplazamiento por la autovía que no merece mayores comentarios. Es en Zaragoza
donde las cosas empiezan a tomar un cariz más peculiar. Había quedado Michel en
recoger a otro corredor, amigo del que nos cogió los dorsales y que venía de
Alcolea y no conocía muy bien la ciudad. El punto de encuentro era la línea de
meta junto a la Expo. Llegados al lugar y puestos en contacto telefónico con el
susodicho resulta que estábamos muy cerca pero no teníamos contacto visual.
Primero le invitamos a él a moverse hacia nosotros, y transcurrido un tiempo
prudencial sin que apareciera y diciéndonos nuevamente lo cerca que estaba, nos
movimos nosotros con el mismo resultado negativo. A todo esto, y los que alguna
vez han compartido carrera conmigo lo saben de sobras, mi estado de nerviosismo
iba aumentando de manera exponencial puesto que el tiempo iba pasando y se nos
echaba la hora encima, además de arrastrar casi desde que pasáramos Huesca unas
ganas de miccionar que me estaban poniendo la vejiga como un balón de Nivea
–reacción propia del estado nervioso por la carrera y por el catarro, conviene
aclarar-
Por último se decidió quedar en un punto neutral pero
conocido por ambos, la estación del AVE y allí nos encaminamos raudamente
mientras por mi cabeza sólo pasaba una letanía que decía: no llegamos a tiempo,
no llegamos a tiempo...
Aún tuvieron que pasar unos breves pero larguísimos minutos
antes de que nos encontráramos con el compañero de Alcolea y una vez echas las
salutaciones que dicta la cortesía habitual en estas circunstancias tomamos de
nuevo el camino hacia la meta para que dejara el coche y se viniera con
nosotros. Y mi cabeza seguía repitiendo: no llegamos a tiempo, no llegamos a
tiempo...
Cuando todos estábamos montados y enfilábamos a la salida
nos asaltó otra duda: ¿Estarían cortadas las calles debido a la hora que era?
Decidimos arriesgarnos y ponernos en contacto con quien nos
guardaba los dorsales para no perder un tiempo que ya nos escaseaba: no
llegamos a tiempo, no llegamos a tiempo...
Por suerte este punto de encuentro fue más sencillo de
encontrar, como su propio nombre indica y el intercambio de saludos, dorsales y
despedidas con el hermano de Michel, que tenía que volver a la salida porque el
10k se corría por esa zona, fue más rápido de lo que hubiéramos querido.
El ambiente en el rebautizado parque de Jose Antonio
Labordeta era de gran carrera, con gente trotando, gente acompañando, los
voluntarios dando indicaciones... ¿Indicaciones? ¿Nos podría decir donde
podemos cambiarnos?
-Polideportivo Salduba- Pues para allí que vamos.
En el polideportivo entraba y salía gente sin parar, y una
larga fila de corredores con sus bolsas que lo atravesaba hasta la mitad de la
pista de baloncesto llamó mi atención. Como la curiosidad me puede, le pregunté
al último, al “último de la fila”, lo pilláis?...Bueno le pregunté que para que
esperaban y me contestó que para ir al baño. ¡Ir al baño, pero si me estoy
meando y no me acordaba! La inflamación de mi pelvis casi era perceptible a
simple vista, pero no era el momento para desahogos, sino para cambiarse.
Amontonados junto a otros corredores nos pusimos el equipo del Club, el dorsal,
la vaselina y no disponíamos a abandonar el vestuario, yo asumiendo que iba a
esperar un buen rato antes de poder estar frente a un retrete, cuando veo a
Michel que sale de un lateral donde había no uno, sino dos retretes! Ole, ole y
ole, dejo la bolsa y hago lo que tendría que haber hecho una hora antes como
mínimo.
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Camiseta y medalla de llegador |
Más ligeros y satisfechos vamos en busca de los camiones del
Ejército que han de llevarnos las bolsas a línea de meta, nos ponemos en la
cola, las entregamos y nos dirigimos a colocarnos en la salida porque son las
8,25 y en cinco minutos empieza la Maratón de Zaragoza. Ni foto con Martín Fiz,
ni foto de grupo ni nada de nada, escasamente nos colocamos y ¡pum! A correr se
ha dicho.
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Con Michel al momento de dar la salida. |
Nos unimos al globo de 3,45 con la idea de aguantar tres
cuartos de carrera y luego apretar si procedía. Sin embargo, llevando 2 km
recorridos, mi cuerpo ya me dijo que yo no aguantaría ese ritmo, y es que a
pesar del fresco reinante y de que íbamos cobijados por las sombras del parque
yo estaba empapado en sudor, ese sudor frío que no es fruto del esfuerzo sino
un aviso de que te andes con cuidado que las cosas no están tan bien como te
crees. Con esta premisa mi objetivo fue claro: aguantar mientras se pueda y ya
se verá después.
En el km 14 otro aviso de mi cuerpo: tuve que parar a
orinar, algo que nunca antes había tenido que hacer en ninguna carrera. Se lo
dije a Michel, le deseé buena suerte y que ya nos veríamos en meta. Me paré,
hice lo que había ido a hacer y me incorporé a la Maratón antes de lo que
imaginaba y a lo lejos vi al grupo de 3,45. Cabezón y garrulo como soy se me
metió entre ceja y ceja alcanzarlo, aún a sabiendas de que ese sobreesfuerzo lo
pagaría caro, y más con los avisos que ya había recibido. Pero ni por esas me
retuve y en cosa de 4 km más o menos ya estaba con ellos. Michel se alegró de
verme, yo también de verlo a él pero cabreándome conmigo por ser tan
inconsciente.
El gel que me tomé en el km 27 cuando empecé a sentir
necesidad de alimento me sirvió de poco porque aguanté hasta el km 28 a ese
ritmo, después, como sucede en estos casos me dio la impresión de que el grupo
apretaba, pero mirándome el Garmin vi que no, que no era el grupo quien tiraba
sino yo el que ya no iba. Pues aún he aguantado más de lo previsto, yo esperaba
caer recién pasada la media maratón.
Hice una rápida evaluación de mi precaria situación:
-No estaba para seguir al globo de 3,45 pero tampoco para
abandonar.
-Sólo quedaban 14 km, como muchas de mis salidas por La
Boquera.
-Si encontraba un ritmo que fuera lo suficientemente cómodo
y me hidrataba y comía podría llegar a meta.
Dicho y hecho. Bajé de ritmo hasta que estuve cómodo y dejé
que pasaran los km preocupándome exclusivamente de comer y beber para aguantar
hasta meta. En el km 37 di buena cuenta de otro sobre de gel y llegando al 40
me encontraba tan recuperado como para hacer los dos últimos km por debajo de 5
minutos el km, de manera que mi entrada en la recta de meta no reflejara lo que
llevaba por dentro. Al final el tiempo tampoco fue tan catastrófico como cabía
esperar: 3,52 tiempo oficial y 3,51 tiempo real.
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Dos fotos de mi llegada a meta |
Recogida de bolsa, ducha, llamada para quedar con Michel, su
hermano y Gregorio, y para casa. ¡Ostras, que no nos hemos hecho foto de grupo!
-Pues para la próxima, que esta ya se ha acabado-
Zaragoza es Zaragoza y es difícil de cambiar, aunque algo
van intentando:
-Los primeros 15 km fueron por el parque, cosa que al
principio sorprende, pero que cuando te sacan de allí después de recorrerlo a
lo largo y a lo ancho llevas casi media carrera hecha, que tampoco está tan
mal.
-Los avituallamientos estaban muy bien surtidos, tanto de
fruta como de agua e isotónica, además de puestos de esponjas.
-El recorrido era sinuoso hasta la extenuación, pasando por
el casco viejo por calles en las que casi había que ir en fila india.
-Sin embargo, los zaragozanos salieron animar y estaban en
todos los puntos importantes y en muchas zonas en las que no esperas público.
Chapeau por esto.
-No es una maratón que sea fácil hacer marca, como tampoco
lo es nuestra media, pero es la de casa y creo que debemos apoyarla, aunque
como pasa en las mejores familias siempre estemos de morros con ellos.
No era mi intención extenderme y creo que lo he conseguido.
Hasta pronto amigos.
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Diploma recordatorio |
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Clasificación absoluta |
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Clasificación por categoría, con Michel arriba del todo |